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Espacios sin acotar

  • 10/10/2012
Espacios sin acotar Esta vivienda unifamiliar se asienta en una parcela colindante a un campo de golf, hecho que constituye el origen y también el condicionamiento básico de todo el proyecto de arquitectura e interiorismo. La construcción, realizada en piedra y cubierta a dos aguas, emerge de forma serena y, a la vez, rotunda. La zona delantera se destina a entrada principal y estacionamiento de vehículos, mientras que en la posterior se desarrollan jardín y piscina. El equipo Pepe Cabrera ha sido el encargado de acometer el proyecto con el firme propósito de que los espacios exteriores, además de estar perfectamente cohesionados con los interiores, fueran habitables durante todo el año. Las condiciones climáticas de la zona y la propia idiosincrasia de los propietarios implica vivir cara al exterior. La edificación se articula en tres niveles. El sótano, que acoge bodega y zonas de almacenamiento, una planta baja y el primer piso, destinado a invitados. La vivienda desarrolla por tanto la mayor parte del programa en la planta que queda a ras del terreno, la cual reúne salón, comedor y cocina, además de los dormitorios principales y las estancias del servicio. Las grandes aberturas totalmente acristaladas de estas zonas se vuelcan hacia el jardín y la piscina proporcionando al interior un lienzo de sensaciones cambiantes que se transforma con el paso de las horas tiñendo de diferente color de luz la casa. La entrada proporciona un acceso directo, sin transiciones, al salón-comedor, un gran espacio de unos ciento cuarenta metros cuadrados de superficie que alcanza en su zona central una altura de seis metros. Este espacio es el auténtico eje vertebral de todo el proyecto y ha sido concebido con un carácter muy escenográfico, casi teatral. Dada la amplitud de la estancia que tiene como única interrupción una columna. Pepe Cabrera ha optado por definir espacios sin acotarlos, creando ambientes diferenciados pero sin compartimentar. Por otro lado, el estudio ha logrado una ingeniosa reubicación de la colección de arte y antigüedades que estaban en el haber de los propietarios de la vivienda. La zona de la columna, marcada en un impactante color naranja que contrasta con el blanco del resto de la vivienda, se ha concebido como un recibidor y como transición entre el comedor y las habitaciones de servicio. Un gran armario de puertas correderas a doble cara cumple la función de guardarropa y de servicio de mesa. De esta forma se construye una especie de pequeña sala de exposiciones en el interior de la propia sala de estar, perfectamente delimitada por el impactante color de las columnas y dispuesta a albergar las obras de arte de los propietarios en un marco idóneo separado de la zona vital. La cocina, proyectada por el equipo de interiorismo, desarrolla en cuarenta y cinco metros cuadrados un programa sencillo formal y funcionalmente. Cinco metros de módulos altos resuelven el tema de almacenaje y electrodomésticos, mientras que las zonas de cocción y aguas se desarrollan en dos islas, cumpliendo la segunda, además, función de mesa. El elemento central y más llamativo es una imponente campana con un tubo de evacuación de más de tres metros equilibrados con tensores de acero. En definitiva, se trata de una cocina de carácter semiprofesional pero muy accesible al ámbito meramente doméstico. En el extremo contrario de la vivienda aparece la zona de noche con el dormitorio principal que dispone de acceso directo a la piscina. En la estancia contigua a éste se ubican el vestidor y los baños principales. Un tabique intermedio gestiona la transición entre ambos y sirve de apoyo a tres espejos zapateros. En los extremos, con una doble configuración en ele, se han configurado los vestidores propiamente dichos. Realizados en tonos blancos con un marcado carácter minimalista. Desde el salón se ha proyectado una escalera volada que da acceso a la primera planta. El altillo se ha concebido a modo de palco que permite disfrutar de una espléndida vista aérea del escenario central. En el exterior, un gran porche cubierto que recorre longitudinalmente el espacio del salón y la cocina acoge una sala de estar y un comedor. A partir de aquí, una gran zona cubierta con madera de iroko genera una explanada que conduce, espacial y visualmente, al campo de golf en contraste con el espacio ajardinado. En definitiva, se trata de un lugar concebido para vivir y disfrutar del aire libre y, por supuesto, del golf, una de las aficiones de los propietarios de esta espectacular vivienda. Fuente: Casa Viva, número 115, año 10º Fotografía: Emepé Estudio. Texto: Ada Marqués Equipo Pepe Cabrera

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