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Arne Jacobsen

  • 17/10/2011
Arne Jacobsen Este año se conmemora el 40 aniversario del fallecimiento del arquitecto Arne Jacobsen que, conjugando el racionalismo de Le Corbusier y Mies van der Rohe con el naturalismo escandinavo, dio fama internacional al diseño danés de posguerra situándolo más cerca del movimiento vanguardista que de los productos artesanales. Nacido en Copenhague en 1902 estudió primero albañilería en la Escuela Técnica y, durante los años veinte, arquitectura en la Real Academia de Arte de la capital danesa donde más adelante sería profesor. Tras unos años de aprendizaje en el equipo del arquitecto Paul Holsoe, en 1930 abrió un estudio propio en Hellerup que se mantuvo abierto hasta su muerte. Jacobsen abrazó con fuerza la teoría arquitectónica funcionalista que defiende que el aspecto exterior de un edificio depende de su estructura y del empleo que se le quiera dar y puso en práctica esos principios en su primer proyecto importante, el edificio Bellavista, construido entre 1930 y 1934. En 1950 comenzó a diseñar muebles y objetos y consiguió un contrato con el fabricante danés Fritz Hansen; la colaboración entre ambos dio lugar a algunos de los diseños más emblemáticos de la historia como la silla Ant, la butaca Swan o las sillas Serie 7. Si bien es cierto que, tanto en las técnicas de producción como en la estética orgánica, se reconoce claramente la influencia del diseñador estadounidense Charles Eames, Arne consiguió otorgar a las sillas una delicada elegancia escultórica que lleva el sello de la sensibilidad escandinava. Fue un personaje con un obsesivo perfeccionismo que le llevaba en ocasiones a ser intransigente y sarcástico con sus socios y fabricantes, y a exigir de sus colaboradores una completa dedicación; estas estrictas exigencias le valieron la reputación de “arquitecto dictador”. Jacobsen entendía el edificio, su interior y los accesorios como un todo, principios que aplicó al proyectar el colegio St. Catherine de Oxford. El SAS Royal Hotel de Copenhague constituye un punto básico y clave en su biografía, ya que en esta ocasión fue el encargado de diseñarlo todo, hasta el más mínimo detalle ( la construcción, su interior y sus muebles, pero también alfombras, lámparas, cuchillería, relojes…); para este edificio de 22 plantas diseñó el sillón Egg o la lámpara AJ, dos de sus más reconocidas creaciones. El conocimiento que poseía de las técnicas de producción le ayudó a lograr siempre el resultado deseado con materiales tan variados como madera, plástico, telas y metales y, contrariamente a muchos de sus coetáneos, tuvo la satisfacción de ver sus diseños producidos en serie y convertidos en los favoritos de muchos hogares europeos y norteamericanos. Hasta marzo de 2012 el espacio Pepe Cabrera acoge una exposición dedicada al creador danés con una amplia representación de sus productos más significativos: mobiliario de Fritz Hansen, lámparas de Louis Poulsen, griferías de Vola, y accesorios de Stelton. Entre las virtudes de Arne Jacobsen destaca la comprensión clara de las funciones de sus creaciones y su gran potencial renovador, con una particular filosofía del diseño: “si tengo una filosofía, ésa debe ser, creo, sentarme a la mesa de dibujo”. Nacho Cabrera Marcos Fernández

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