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Charlotte Perriand

  • 30/05/2011
Charlotte Perriand Fotografiar a personas sentadas, ese es el punto de partida que permitió a Charlotte Perriand crear algunos de los asientos más famosos y cómodos del siglo XX. La arquitecta y diseñadora francesa (1903-1999) solía decir que le gustaba tener l’oeil en éventail, la mirada atenta a todo, especialmente a las personas y los objetos, y este sentido lo plasmó en instantáneas que utilizaba en el proceso creativo de sus diseños de mobiliario; estudiaba las posturas de las personas (aunque fueran improvisadas), su relación con el entorno, y aplicaba sus conclusiones en el desarrollo de sillas, sillones y banquetas. Perriand, que se había titulado en La Escuela de la Unión Central de Artes decorativas, comprendió pronto que sería complicado hacerse un hueco en un mundo dominado por los hombres. Desencantada con el academicismo imperante y atraída por las nuevas teorías de Le Corbusier, decidió ponerse en contacto con el estudio del arquitecto suizo que le respondió con un sorprendente y ofensivo “aquí no bordamos cojines”. Sin embargo, la francesa se daría a conocer en el Salón de Otoño de 1927 con su proyecto “Bar bajo el techo” y Le Corbusier, tras visitar la muestra, le invitó a formar parte de su equipo como responsable de mobiliario e interiores. Se inició así una colaboración con el maestro suizo y su primo Pierre Jeanneret, con quien mantendría una relación sentimental, que en una década se materializó en algunas de las piezas de mobiliario más emblemáticas de la pasada centuria. La “Chaise longue basculante” de 1928 es quizás la pieza más conocida y aunque tradicionalmente se le ha atribuido en solitario a Le Corbusier fue desarrollada básicamente por Perriand. En 1929, con motivo del Salón de Otoño, el equipo presentó conjuntamente: “El equipamiento de la habitación: estanterías, sillas y mesas”; la ligereza de los diseños unida al uso de formas tan sencillas como expresivas han permitido que ocho décadas después no hayan perdido su contemporaneidad. A mediados de los años treinta, e influenciada por su gran compromiso político con la izquierda, Charlotte Perriand rompió con el grupo para establecer su propio estudio, en el que creó muebles con materiales más baratos que posibilitaban su producción en serie; a esa época pertenecen los taburetes de madera de tres patas redondeadas que han sido imitados hasta la saciedad. Atraída desde siempre por el mundo de la fotografía, exploró las posibilidades de ésta como medio de expresión y propaganda. En 1936, coincidiendo con la llegada al poder del Frente Popular, organizó para el gobierno un foto-collage gigantesco con el que cubrió las paredes de la sala de espera del Ministerio de Agricultura, para lanzar el claro mensaje de que las duras condiciones de vida de los campesinos podían cambiar con el progreso técnico. Entre 1940 y 1942 permaneció en Japón como asesora artística del Ministerio de Comercio nipón y su estilo adquirió ciertas reminiscencias de la estética oriental. Su último gran proyecto, al que dedicó casi veinte años, fue el desarrollo de la estación de alta montaña de Les Arcs, en el departamento de Saboya. En los años ochenta trabajó como consejera de la compañía italiana Cassina que mantiene la patente para reeditar y distribuir tanto sus diseños como los desarrollados en colaboración con Le Corbusier. Nacho Cabrera Marcos Fernández EQUIPO PEPE CABRERA

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